Qué más quisiera yo reír cuando te canto, pero donde hubo risas sólo se quedaron llantos. Éramos el himno de la alegría…
Y ahora somos una nana de quebranto.
Pues te diré desde donde te escucho, que las nanas traicioneras tienen siempre fin escrito y el día que menos lo esperas, sonará algún nuevo acorde que hagan tensarse de nuevo, las cuerdas de tu guitarra
Qué en verdad soy, si martirio para uno, y a la vez me encuentro, siendo placer al instante de tu canción de lamentos
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Qué más quisiera yo reír cuando te canto, pero donde hubo risas sólo se quedaron llantos. Éramos el himno de la alegría…
Y ahora somos una nana de quebranto.
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